17 abr 2024

8 Días.

8 Días antes.

Mi pequeño diario de bitácora necesita guardar un registro.

Termina una jornada peculiar. Un martes un poco resacoso. Quería adelantar contenido y escribir sobre cualquier cosa que no requiriese mucho esfuerzo para mi neurona.

Pero miro el reloj y no puedo evitar pensar que probablemente a estas horas estemos juntos.

Podría diseñar uno de esos planes milimétricamente medidos, pero algo me dice que volverá a irse a la mierda.

Claro que en mi cabeza hay mil ideas, también ganas, muchas de hecho. Sin embargo, ahora no dejan de mezclarse con otros pensamientos, menos comunes, más nuestros.

Y es una sensación muy extraña. De hecho, intento sacármela de la cabeza, aunque ya ves que no funciona, porque aquí estoy, escribiéndote.

A muchos de los que lean esta entrada, les resultará de lo más extraña, solo nosotros sabemos lo que hay detrás.

Pero tenía que estar aquí, para ser programada justo una semana después de haber estado juntos.

Dándome un poquito de esa paz que sé que sentiré en ese momento. Porque todo será mejor, como siempre que nos vemos.

Esa que siento cuando sé que sonreirás al leerme. Con estas cosas que nos hacen sentir extrañamente cerca.

Esas que nos han traído hasta aquí…

 


 

8 Días después.


Ahora son los recuerdos los que nos alimentan.

El tiempo pasó demasiado rápido. Siempre lo hace cuando estamos juntos.

Se nos cuela entre los dedos, esos que nos cuesta separar.

Hace ocho días, miraba el reloj deseando llegar. Solo quería estar contigo. Con los nervios, las ganas…

A estas horas, no imaginaba que, de nuevo, todo podría ser más perfecto. Siempre lo es.

Ocho días después, vuelvo a necesitar tenerte cerca.

14 abr 2024

Permanecer.

 En la suela de mis zapatos hay restos de tortilla…

… En mi mente, una sensación indescriptible de orgullo.

Madrid, 10 de abril…

 

Cuantas frases podríamos escribir en nuestro particular diario. Y que poco llegarían a reflejar cada una de ellas.

 

“Quiero darte más”

Su mirada atravesaba la mía. Yo trataba que ese orgasmo mental que estaba teniendo al escucharle no se reflejara, y que nadie pudiera entender que lo que aquella conversación sobre mi caña favorita de bambú estaba significando.

Madrid, 11 de abril…

 

Él sí que lo hacía, lo sabía. Puede leerme solo con mirarme.

De nuevo 48 horas a su lado que han vuelto a dejar un batiburrillo de sensaciones que aún hay que colocar y asimilar.

Y que compartir, algunas al menos, porque lo bueno hay que compartirlo y nosotros de eso, tenemos muchísimo.

Tenía otro post programado para hoy. Pero es que esta resaca es muy placentera y no quiero que tenga que esperar a ser contada semanas después.

10 abr 2024

Contigo.

Ha vuelto a pasar. Una nueva fecha se marca en nuestro particular calendario.

Y confieso que esta me hacía mucha falta.

14 días me separan ahora mismo de poder abrazarte y ya pienso en que no voy a ser capaz de soltarte.

Estas últimas semanas han sido muy jodidas, y en los pocos ratos en los que he podido abstraerme, casi siempre has estado presente. Pero me hace falta más…

No sé si una palmera, o ese peculiar trozo de tortilla… O el resto de las cosas que se han pasado por nuestras cabezas…

Pero me hace falta más.

Ese “más” que solo consigo cuando tú estás cerca y consigues que se pare mi mundo.

No sé si en esta ocasión cuando leas esto estaremos juntos o será uno de esos instantes de obligada separación, pero dará igual.

Si estás a mi lado, disfrutaré mientras te veo leer, y seguiré haciéndolo con cualquiera de las cosas que pasarán a continuación…

Si no lo estás, cuando volvamos a juntarnos, será igualmente perfecto.

14 días para vernos, y no quiero que esta sensación tan intensa, desaparezca de mi cabeza.

Y estoy segura de que el 10 de abril, cuando a las 18:00 se publique este post, no lo habrá hecho. Habrá mejorado muchísimo, porque estaré donde realmente quiero estar:

Contigo.


 

7 abr 2024

Cincuenta sombras de AI.

 Como sabéis, suelo tener contenido guardado a la espera de salir en el momento adecuado.

Esto ha sucedido con este post, que ya lleva algunas semanas en la recámara y que hoy decido publicar.

Todo tiene su momento y a veces, hay que darle tiempo y distancia para poner las cosas en claro.

*****

“Porque estoy muy jodido, Anastasia. Tengo muchas más sombras que luces. Cincuenta sombras más.”

La autora de esta famosa saga, E.L. James, consideró que era una buena forma de reflejar todo lo malo que llevaba el Sr. Grey a sus espaldas y dar explicación a sus necesidades bedesemeras.

Esta que escribe, no siente ninguna culpabilidad por lo que hace (ni tampoco por haber leído y visto esta trilogía) pero en ocasiones sí por lo que siente.

Yo también tengo mis sombras. Todos las tenemos ¿verdad? Otra cosa es que nos atrevamos a reconocerlo.

Este es uno de esos posts, que escribo a modo de desahogo y que no sé si llegaré a publicarlo (estoy convencida de que sí).

No son 50, podría reducir mi lista propia a menos de media docena, pero alguna hay.

Aclararé que cuando me refiero a “sombras” lo hago pensando en todo eso que ronda a menudo por mi cabeza. Esas cosas que generan dudas en varios aspectos y con las que no estoy totalmente segura de si actúo como debo.

Suelo ser bastante resolutiva. En estos últimos tiempos, mucho más. Prefiero quitarme del medio todo aquello que no me genere una sensación de bienestar.

Así que tener dudas, y durante un periodo demasiado largo, me mantiene en una especie de alerta, con la que no me siento nada cómoda.

Tengo la suerte de contar con gente en la que confío y con la que comentar todo lo que me ronda, pero en el fondo, hay cosas que sentimos demasiado personales y si contamos, es hasta cierto punto.

Creo mucho en mi instinto. Suelo dejarme llevar por él, pero hay ocasiones en las que algo parece frenarlo, sujetarlo con una gran cadena que no me deja avanzar en ninguna dirección…

Y llego a “odiarme” a mí misma.

Ya no solo por esa desagradable sensación propia, sino también porque implica a otras personas.

Siempre digo que me encantaría tener un botón de “off” para decidir cuándo y cuanto quiero dedicarle a algo, pero tristemente no es posible.

Así que hay sombras que me acompañan a diario. Trato de actuar de la forma más correcta, sin embargo, a veces, creo que no lo hago del todo.

Podría simplemente abrirme y soltar lo que llevo dentro, pero hay cargas que considero que son solo mías.

Ya sabéis por qué me han quitado el carnet de la buena “Dómina”. Siento, padezco y dudo…

Y, además, a menudo.

Probablemente, no se entienda mucho de lo que acabo de escribir. Seguramente solo quien tengo más cerca pueda hacerlo y no sé tampoco si del todo.

No obstante, aquí está.

Para mí el BDSM no supone ningún trauma, pero sí una responsabilidad. Una bien grande, además.

Así que intento que mis pasos tengan un sentido y sean en una dirección correcta. Sé que no ocurre nada si me equivoco, que todos tenemos derecho a hacerlo, pero… no me gusta.

¿Extremadamente exigente?

Sí, uno rotundo. Cada vez más, de hecho.

Porque considero que no puede ser de otra manera. Si pido algo, tengo que dar lo mismo.

Y quizás esto tenga que ver con esas sombras.

¿Hasta qué punto estoy segura?

Vaya, pues parece que al final un post un tanto extraño, va a empezar a darme respuestas.

… Y nuevas preguntas…


 

31.03.2024

… O no. Ya no…

3 abr 2024

Nos admiro.

En alguno de mis posts antiguos he comentado que mi relación con siervo pasó por un momento menos bueno.

No, ni complicado, ni turbio, ni malo. "Menos bueno".

Y es que si en una relación lo que acostumbra a haber es positivo, cuando llega una de esas etapas que no lo son tanto, se ven de otra forma.

Ahora, al escribir esto, eso ha quedado muy atrás.

Una de las cosas que más admiro de lo que tenemos, es que cuando algo se complica por la razón que sea, buscamos la manera de solucionarlo. Muchas veces pasa simplemente por hablarlo y exponer nuestros diferentes puntos de vista, encontrando uno común.

Pero tampoco es fácil cuando estás viviendo ese momento. Se hace extraño sentir cierto frío, y te mueves en unas arenas un tanto movedizas, tratando de no causar nada que pueda hundirte más.

Sé que lo que suelo compartir es positivo, porque no lo voy a negar, acostumbra a ser así. Y quizás parezca un poco irreal, y más después de tanto tiempo, pero la verdad, es que seguimos descubriendo cosas el uno del otro, disfrutándolas y diría que lo más importante, tenemos la convicción de querer mantenerlo cada día.

Pequeños detalles que fortalecen nuestra relación, y nos hacen sentir cerca, a pesar de la distancia que nos separa.

 

Veo que hoy en día todo es tan efímero, que me asusta. Binomios que en dos días pasan del fuego al hielo… Y que, como he dicho tantas veces, parecen necesitar más el halago del público que realmente preocuparse de que funcione.

No soy nueva en esto. Yo también he tenido fracasos, aunque no los considero como tal. Aprendizajes sí.

Personas con las que en algún momento se puso un punto final necesario, siempre después de haber sopesado muy mucho pros y contras.

Y sí, estamos en esto para disfrutar, pero también para no hacer daño, y menos a las personas con las que se supone que compartimos vínculos.

Se supone, quizás ahí está la clave que a mí me cuesta ver. Quizás muchos idealicen de una manera rápida esas conexiones que no se dan con tanta facilidad y que hay que cuidar más allá de morbos y vicio.

Implica un trabajo que no siempre es grato, al menos a corto plazo, pero que a la larga trae grandes recompensas.

Como por ejemplo, terminar este post sonriendo, pensando en esa suerte que tenemos.